27 de julio de 2007

Gabriel Cisneros ha muerto pero su ejemplo vivirá en nuestra memoria.


GABRIEL CISNEROS.
Luchador por la convivencia en libertad



Gabriel Cisneros ha fallecido hoy tras soportar, durante los últimos meses, una penosa enfermedad. Pese a ello, durante la última etapa de su vida participó en múltiples actividades cívicas y políticas, lo que, en el Foro Ermua, nos permitió contar con su conocimiento y su consejo. Por ello, desde el Foro Ermua no podemos más que mostrar nuestro agradecimiento y respeto hacia su figura, destacando su relevante papel político, tanto en la Transición como posteriormente, y enviar a su familia y a sus amigos más cercanos nuestra más sincera condolencia.



Gabriel Cisneros ha sido un ejemplo de político con sólidos principios morales capaz de orientar su acción a la resolución de los problemas y a la mejora de la convivencia. Formó parte de la ponencia para la redacción de la Constitución de 1978 y fue uno de los artífices de que ésta fuera un punto de encuentro y no de división entre los españoles. Ese espíritu de concordia que inspiró la Transición y que se plasmó en la Constitución fue para Gabriel Cisneros un elemento permanente de su actividad como diputado y ciudadano. Se enfrentó política, intelectual y físicamente a los terroristas y a las ideologías identitarias, negándose a cambiar tranquilidad por libertad. La grave enfermedad que le aquejó en sus últimos meses de vida no le impidió seguir trabajando para el bien público hasta el final.



Nunca se dejó llevar por la ambición personal o por el apego al poder ni abandonó los principios como guía para hacer política. Nunca dejó de lado sus responsabilidades ni olvidó que la función del político es resolver los problemas de los ciudadanos en lugar de crearlos.



El once de julio de este año, por decisión unánime del jurado, se concedió ex aequo el VII premio del Foro Ermua a la Convivencia Cívica a D. Gabriel Cisneros y a D. Jaime Mayor Oreja, como representantes del espíritu de los dos principales proyectos para la convivencia en España; el espíritu de la Transición y el espíritu de Ermua. Lamentablemente Gabriel Cisneros no podrá estar físicamente con nosotros en el acto de entrega del premio este próximo otoño, pero sí estará presente el ejemplo de una vida entregada al bien público y a la construcción de una convivencia basada en la libertad.



Ha muerto Gabriel Cisneros, pero su ejemplo seguirá en nuestra memoria.

23 de julio de 2007

La hora de Navarra

A aquellos que no ven mas lejos de su nariz; a aquellos que no quieren percatarse de cual es la verdadera realidad de la calle; a aquellos que han hecho de la injuria y la sinrazón su única argumentación. A todos aquellos que vieron a Puras como Presidente, a los que votaron a los socialistas navarros. A ellos van dirigidas estas modestas reflexiones.

Tras los resultados desprendidos el 27-M y el lío que algunos han intentado formar, la mejor solución es que sean los propios navarros los que decidan nuevamente. Estos volverán a tener la oportunidad de elegir entre Navarra o Nafarroa: entre foralistas (UPN), anexionistas (NaBai) o indecisos/interesados (PSN).

Que los navarros sean llamados nuevamente a decidir su futuro es fruto del obcecamiento de los socialistas. Siendo la tercera fuerza del arco parlamentario ¡y empeñados en hacerse con la Presidencia!

Los socialistas navarros tienen que hacer de la autocrítica la base de su programa, han errado y los navarros lo saben. El tiempo y las urnas dejan a cada cual en su lugar. UPN es el partido mayoritario y el que mejor recoge lo que los fueros representan para Navarra. UPN ha hecho los deberes y los navarros lo saben.

De los socialistas se esperaba que estuviesen a la altura de las circunstancias, que hicieran gala del sentido de la responsabilidad que se le presupone a los demócratas. Tenían la oportunidad de formar parte de un gobierno de UPN –fuerza mayoritaria-, de defender los fueros, la tradición. Han preferido liar la madeja, intentar un gobierno con navarros desarraigados, cuya máxima aspiración no es el bienestar de los ciudadanos sino llevar a buen puerto sus planes anexionistas, y separatistas a la par.

Los errores pasan factura, o por lo menos, ¡eso espero!

20 de julio de 2007

PREMIO FUNDACIÓN MIGUEL ÁNGEL BLANCO




El pasado 12 de julio, la Fundación Miguel Ángel Blanco, entregó su premio anual al ex-presidente del Gobierno, José María Aznar.

En el acto, que fue presentado por la periodista Isabel San Sebastián, intervinieron Carmelo Barrio, Jaime Mayor, Mikel Buesa, Maria Mar Blanco y José María Aznar.

Fue un acto emotivo, en el que se proyectó el video que ha recorrido distintas ciudades de España, en el que se recuerda lo ocurrido esas fatídicas 48 horas, entre el secuestro y el fatal desenlace de Miguel Ángel.

Muchas caras conocidas y mucho valiente junto. La verdad que fue un acto de esos, en los que uno sale con las pilas cargadas.

Me gustaría destacar la intervención de Mikel Buesa, pero para no dejarme nada en el tintero paso a reproducirla íntegramente



INTERVENCIÓN MIKEL BUESA. PREMIO FUNDACIÓN MIGUEL ANGEL BLANCO (12/7/2007)

"Permítanme que comience esta intervención evocando la figura de Miguel Ángel Blanco. Hace diez años casi ninguno de nosotros conocía a este joven concejal de Ermua que desempeñaba su trabajo político, en representación del Partido Popular, en esa pequeña población vizcaína, de la misma manera que otros muchos ediles constitucionalistas, con eficacia y en defensa de los valores democráticos. Sin embargo, Miguel Ángel entró en nuestras vidas repentinamente cuando ETA le secuestró y, tras intentar chantajear al Gobierno que entonces presidía José María Aznar, le asesinó.

No evocaré la angustia de aquellos días en los que la vigilia parecía que podía devolvernos a Miguel Ángel sano y salvo. Ni me referiré a los millones de ciudadanos españoles que, en todas partes, nos movilizamos para exigir su liberación, a la vez que apoyábamos la firmeza de nuestro Gobierno para con los terroristas. Ni tampoco aludiré al «espíritu de Ermua» que emergió de aquellas horas, asentando en la sociedad española la firme convicción de que a los terroristas hay que derrotarlos con la ley en una mano y la fuerza en la otra; una convicción que sigue ahí inalterada, como grabada en piedra, y que, aunque se expresa ahora de un modo más pausado que entonces, ha supuesto un severo freno a los afanes negociadores del Gobierno de Rodríguez Zapatero con ETA y a su propósito de abrir una vía a su exigencia política de independencia para el País Vasco.

De aquellas horas conservo una fotografía que todos los días, cuando lo abro, se refleja en la pantalla de mi ordenador. En ella aparece el rostro de Miguel Ángel y se adivinan las huellas de los muchos besos que, en un signo de solidaridad, dejaron mujeres de bocas pintadas con carmín. Están también los signos pacifistas, los mensajes escritos y las firmas de decenas de personas que, de esa forma, expresaron su apoyo a Miguel Ángel y compartieron con él su sufrimiento.

Cuando cada mañana observo ese retrato, evoco siempre el pasaje escrito por Antonio Muñoz Molina en el que describe la fotografía de otro perseguido, Willi Münzenberg, de la siguiente manera: «Mira en ella directamente a los ojos, quizás con un punto de extravío y anticipada desesperación, con la tristeza que tienen los muertos en las fotos, los testigos de una verdad terrible».

Miguel Ángel Blanco, como las demás víctimas del terrorismo, fue en efecto el testigo enmudecido y sufriente de una verdad terrible. Quienes, como yo, hemos sentido muy cerca la experiencia de la victimación terrorista, los que, por ese motivo, somos hombres o mujeres heridos sin que el desgarro que nos lacera llegue nunca a cerrarse, aunque sea de soslayo, sabemos cuál es esa verdad.

Las víctimas del terrorismo somos así testigos del Mal. Conocemos ese Mal que ha de ser escrito con mayúscula porque designa la voluntad de unos hombres para decidir, por razones políticas, acerca de la vida y la muerte de otros y, por tanto, para romper el vínculo esencial de solidaridad que nos une entre nosotros a los seres humanos y nos permite esperar, en cualquier circunstancia, el respeto, la ayuda y el amparo de los demás. Ese vínculo que, como destacó Luis Rojas Marcos, se deriva «de la fuerza innata, vital, solidaria y creadora de la multimilenaria herencia humana…, (que) nos impulsa a perseguir sin descanso la dicha propia y la de nuestros semejantes… (y que) nutre nuestros principios éticos y nos predispone a la bondad y el altruismo».

Los terroristas deciden sobre la vida de sus víctimas sin tener en cuenta la inexistencia de una culpabilidad subjetiva en ellas. El terrorismo ataca a personas inocentes que son elegidas, a veces al azar y en otras ocasiones por su adscripción a un grupo, con independencia de cuáles puedan haber sido o no sus actos. Las víctimas del terrorismo son así testigos del Mal por su conciencia de no haber incurrido en culpabilidad alguna y no ser merecedoras del terrible castigo al que se les somete. Miguel Ángel Blanco fue, sin duda, el paradigma de esa inocencia.

Nosotros, víctimas del terrorismo, tenemos el conocimiento íntimo de que el ser humano es también capaz del Mal; sabemos que compartimos con nuestros atacantes, con los asesinos de nuestros seres queridos, una misma condición humana que veces nos avergüenza y nos hiere. Nos sentimos inermes porque esta experiencia supone un desafío que reta todo lo esperado, que nos hace perder la confianza en los demás, que destruye la ingenua convicción de que, en la adversidad, otros velarán por nosotros, y aniquila la ilusión de encontrar en ellos algún consuelo.

No sorprenderá, entonces, que los que somos víctimas del terrorismo vivamos anonadados los acontecimientos en los que se plasma la violencia política. La experiencia del Mal nos deja sin saber qué decir; las palabras se escapan y, cuando se pronuncian, parecen insuficientes para expresar completamente ese conocimiento al que sólo se accede a través del sufrimiento; y uno se ve impelido a encontrar una explicación racional imposible que jamás se encuentra. Entonces se revela la soledad radical con la que se afronta la existencia humana; una soledad que se vive como abandono, sin alivio alguno, sin desahogo, en un desamparo desgarrador.

Por ello, el quehacer al que nos impele haber sido testigos de la radicalidad del Mal, nuestra tarea, es reclamar la memoria y el duelo. Pretendemos la memoria porque sabemos que las víctimas abatidas por la violencia política, lo fueron sin culpabilidad alguna. Su sacrificio fue la consecuencia de una pretensión totalitaria cuyo objetivo no era otro que el de someternos a todos al dictamen de una minoría nacionalista fanatizada por la exaltación de su identidad. De ahí que nuestra memoria haya de ser la palanca que empuje a la sociedad española a redescubrir que la verdadera libertad no es la que nos hace homogéneos, la que nos confunde a todos y nos ahorma en un único corsé identitario, sino la que podemos compartir con los demás, con esos otros seres humanos que son otros porque, cabalmente, no son como nosotros, no piensan, ni creen como nosotros, ni aman, ni desean lo mismo que nosotros.

La memoria es exigencia de reconocimiento acerca del daño inflingido. Reclamamos de los poderes públicos un reconocimiento que, yendo más allá de proclamas retóricas, asigne las cuotas de culpabilidad que correspondan a las personas e instituciones que han planificado, ejecutado, justificado o encubierto el terrorismo.

Por ello, no puede admitirse que una mera suspensión temporal de la violencia, se considere como una justificación suficiente para tolerar a partidos que se han implicado en el terrorismo. Tampoco es aceptable el manto de olvido que se está tendiendo sobre las múltiples complicidades del nacionalismo institucional con ETA; ese nacionalismo que ha coadyuvado a la extensión y justificación de la violencia, que ha procurado medios financieros a las organizaciones del entorno terrorista, y que, en todo momento, ha pretendido extraer réditos políticos del miedo que se ha extendido sobre la sociedad vasca.

Y menos aún es tolerable que a las víctimas se nos exija una reconciliación claudicante que excluye la verdadera pacificación de las relaciones sociales; esa pacificación que, al emerger de la culpa admitida, rompe de manera lenta y paulatina el ciclo de la violencia política, y que requiere, seguramente, el esfuerzo de toda una generación para que la historia que nos ha tocado vivir no pueda volver a repetirse.

El duelo es justicia y reparación. La reivindicación de justicia está para nosotros llena de radicalidad. Si no hubiera sanción penal para los responsables de tantos delitos, si no hubiera castigo, entonces esos crímenes imprescriptibles quedarían impunes; y la impunidad es insoportable para todos. ¿Cómo podría edificarse, sin justicia, una sociedad en la que no pueda darse cabida a la tentación del Mal? El Mal no merece premio ni puede ser recompensado con el ejercicio del poder. De la misma manera, el sufrimiento que ha provocado no puede ser la excusa para construir sobre él una venganza cuya única función sería la de perpetuarlo. Por ello, en una sociedad verdaderamente democrática no puede haber perdón para los que han ejercido el crimen con una finalidad política. La sociedad democrática no puede perdonar a los terroristas sin socavar sus propios cimientos. Por tal motivo, no cabe el perdón en un sentido jurídico, aunque sí pueda haberlo con un significado moral. Las víctimas, en un acto libérrimo inducido por sus convicciones éticas o religiosas, pueden perdonar el agravio sufrido; pero también pueden negarse a hacerlo sin que quepa ningún reproche a su decisión.

La justicia necesita que las penas, cuando privan de libertad al reo y cuando le sustraen sus derechos políticos, sean cumplidas en su integridad. Pues, si como tantas veces ha ocurrido en España, esas penas se ven horadadas por beneficios penitenciarios excesivos, entonces no se realiza la justicia que anula la venganza y edifica la sociedad democrática. La justicia necesita también la reparación material y moral hacia las víctimas; una reparación que expresa el reconocimiento de la deuda contraída con quienes han experimentado un agravio injustificable.

El duelo es así un corolario de la memoria, de la verdadera historia que hemos vivido y que nos ha traído hasta aquí. Si nuestra reivindicación de justicia cayera en el olvido, si fuera silenciada, enterrada bajo la losa de una pacificación condescendiente con los que tratan de extraer algún rendimiento político del terrorismo, entonces se estaría escribiendo una historia falsa, atenta únicamente al cínico interés de los que, por el mismo motivo, estarían ostentando ilegítimamente el poder.

Las sociedades democráticas se enfrentan en ocasiones a enemigos que pueden llegar a destruirlas. Cuando ello ocurre, los ciudadanos hemos encarar los riesgos con lucidez y, sin mirar para otro lado, sin dar albergue a la cobardía, hemos de exigir a los Gobiernos que salvaguarden los verdaderos valores que dan sentido a nuestro sistema político; pues, como en el proceso de Nuremberg proclamó el magistrado Dan Haywood, «un país … es aquello que se defiende; … quede constancia, por ello, ante el mundo, de nuestra decisión de que esto es lo que defendemos: la justicia, la verdad y el valor de cada ser humano».

En España hubo un presidente del Gobierno que entendió todo esto. Que buscó la justicia, la verdad y el valor de cada ciudadano; que enfrentó la espinosa tarea de abandonar los tópicos de una política sin resultados y la aún más difícil de definir otra conducente a la derrota de ETA; que supo construir el reconocimiento de la sociedad hacia las víctimas del terrorismo, reivindicando su memoria y satisfaciendo su reclamación de justicia. Ese hombre, que merece nuestro agradecimiento y nuestro aplauso, está aquí con nosotros. Se llama José María Aznar y hoy recibe el premio que evoca la memoria de Miguel Ángel Blanco.


Mikel Buesa Blanco, Bilbao, 12 de Julio de 2007.


17 de julio de 2007

IN MEMORIAM

Buenos días!

Ya he visto que en el día de hoy había otra entrada, pero no quería dejar pasar ni un día para colgar un texto que un amigo de este blog me ha mandado para que lo publicara.

Desde aquí, me uno, nos unimos a las palabras de Gabi, en recuerdo de Miguel Ángel Blanco


IN MEMORIAM



Si algún día muero,
guardad mi mundo,
mis sueños,
en vuestro recuerdo...
Desde el balcón abierto...
Si algún día muero...
De vuestro recuerdo...


Las personas, sus vidas, se mantienen vivas en tanto en cuanto las guardamos, las conservamos, las respetamos, las recordamos... Haciéndolas nuestras de por vida...
El recuerdo...
El ayer más vivo, el tuétano dormido que despierta en la albura del sueño... El viaje de duermevela, el malecón golpeado por las alharacas de tiempos cercanos...
Diez años...
Un grito, y después, el silencio... El triste silencio de las conciencias vacías...
Hace poco fue la onomástica... Recuerdo las calles llenas, recuerdo a una España valiente, en pie, sin miedo... Mares y mares llenaban las calles rompiendo el silencio con el grito del llanto contenido, con la voz de la justicia como bandera... Horas antes se habían apagado las velas de una de las noches más largas de nuestro país, se había roto el roto reloj de la más rabiosa impotencia...
Un último halo hacia presencia entre los centenarios hayedos... España toda, toda España, alrededor de una última ilusión cantaba un canto desesperado a la vida...
Hace diez años...
Su corazón no pudo soportarlo y el llanto dio paso a la rabia, el silencio al grito más fuerte y más digno que jamás escucharon las celosías dormidas de las conciencias inertes... Un país se levanto y se rebeló, e hizo la calle suya, y la lleno con la palabra, y acuso a los asesinos, y a sus cómplices... Y pidió justicia... Un sólo grito, una sola voz, dos palabras, Miguel Angel...
Dos palabras que se han vuelto a escuchar en Ermua el diez de Julio, cuando se cumplían diez años del inicio del asesinato más cruel que muchos españoles conoceremos en nuestra vida...
Pero pregunto con inocencia y sin intención de que nadie se sienta aludido:
¿Dónde esta esa España que yo recuerdo? ¿Dónde esta ese diez de julio de 1.997?
¿Dónde? ¿Qué ha sido del Espíritu de Ermua ?
¿Que anestesia mental nos ha invadido?
Que alguien me conteste, que alguien me diga algo por favor, que alguien me diga que aquella vida no ha servido para nada, sólo pido la respuesta de la palabra...

Yo no conocí a Miguel Angel Blanco, no me dejaron... Pero su recuerdo me animó a presentarme como concejal de un pequeño pueblo de Vizcaya por el Partido Popular:
La Anteiglesia de Iurreta.
Y allí cumplí mi sueño, mi compromiso por defender la libertad, la vida y el recuerdo...
Y allí cambió mi vida...
Descubrí lo que es la complicidad, el silencio, las miradas, los dedos amenazadores y las caras de medio lado... Descubrí que hay gente que deja de saludarte, que hay ojos que te observan con odio y que se pueden escuchar palabras que no merecen la pena ser mentadas... Descubrí lo que era compartir la vida y ponerla en manos de dos personas, conocí que había otros custodios además de los del cielo...
Pero ante eso, siempre tenía el consuelo del recuerdo, de los que ya no están, de las personas que no pude conocer, porque como dije antes, no me dejaron...
Y a ese recuerdo apelo, a ese ayer no tan lejano invoco, a aquellas velas, a aquellas calles bañadas de manos blancas, a aquel Espíritu que me llevo a mí y a muchas personas a hipotecar nuestra libertad, la de nuestros familiares, amigos, novia...
Que alguien me explique, nos explique por qué los asesinos han vuelto a las instituciones, por qué se ha permitido que se prostituyan los ayuntamientos con su presencia... Por qué se ha dejado que las amenazas y los cuchillos vuelvan a tener presencia en la política municipal y provincial desnudando, vaciando de sentido nuestras instituciones, porque al estar ellos, perdemos todos, pero sobre todo pierde la democracia...
Alguien tendrá que contestar, porque no todo vale, no todo esta permitido... Alguien tendrá que devolvernos nuestros recuerdos y respetar nuestra memoria...

Solo pido eso, eso y que lo asesinos salgan de las instituciones, y abandonen esos asientos por los cuales perdió la vida Miguel Angel Blanco... Y que la democracia, nuestra democracia vuelva a su cauce y que respondan a mis preguntas los que tienen obligación moral de hacerlo... Y que cuando lo hagan, que lo hagan mirándonos a los ojos...

Con estas palabras no busco el consuelo, ni la admiración, y mucho menos la compasión... Solo busco una respuesta y que alguien me diga para que ha servido tanto esfuerzo y cual es el precio que tienen nuestras vidas y nuestra libertad... Y si es legitimo ceder al chantaje o no, porque si es así, habremos perdido toda nuestra dignidad, porque se habrá tasado esta. y esta, para mí, no tiene precio ni es moneda de cambio...

Diez años sin Miguel Angel, en su X aniversario... Retorno a Ermua...


Si algún día muero,
soñaré sueños de seda,
en vuestro recuerdo...
Seguiré vivo, soñando,
si algún día muero,
pálidas lunas de ensueño,
en vuestro recuerdo...


Gabriel Rodrigo
Ex-concejal del Partido Popular en Iurreta

El circo de Navarra. Malabarismos entre Puras, Zapatero y Nafarroa Bai.

El ambiente era fenomenal. El circo lleno hasta la bandera. Payasos y trapecistas habían llevado al público hasta el número final, el ansiado momento de la verdad.

El director de pista, todo chaqueta roja y bigotazos anunció la actuación.

Silencio absoluto primero, redoble de tambores después. De repente se corrió el telón y una hermosa y joven señorita apareció tras las rejas de la jaula besando en plenas fauces al más terrible de los leones del África.

Cha-chaaannn

--500 Euros de recompensa para aquel de los miembros del público que se atreva a hacer lo mismo--anunció el Jefe de Pista.

Silencio absoluto entre el público.

--Vamos señores, que no se diga de éste pueblo que no hay valientes. 1000 Euros de recompensa.

En ese momento un señor descorbatado se levantó de su asiento, alzó timidamente la mano y dijo.

--Yo lo haré... pero sólo si se llevan antes al león.

El PSOE de Zapatero quiere alcanzar el poder en Navarra, besar a la chica, quitando antes de en medio a la fiera. En realidad no es necesario quitarla, basta con apartarla del foco de las cámaras y aceptar "Nafarroa Bai" como animal de compañía.

Zapatero ya tiene lo que quería: unas declaraciones de Nafarroa Bai tachándole de "poco fiable" y responsabilizándole a él de la no conclusión del pacto de gobierno nacional-socialista en Navarra.

Ahora, Jesús Puras "la avaricia rompe el saco" quiere además de besar a la chica quedarse con el circo. Propone un "gobierno de convivencia" en el que estén presentes todos los partidos.

Jugada redonda: nulo desgaste para él o Zapatero y legitimación de la presencia de los anexionistas vascos en el gobierno foral. Pocos días después de las próximas elecciones generales se presenta una moción de censura (que para eso la UPN, derecha lerda, les cedió gratis et amore la Presidencia del Parlamento) y el gobierno de convivencia es reemplazado por uno "de progreso" es decir de progreso hacia el Anschluss de Navarra por el nacionalismo vasco con los socialistas haciendo de alcahuetas y Puras en el papel de Karl Renner, el político socialista austríaco que apoyo con entusiasmo indescriptible la anexión de Austria por la Alemania nazi.

Envidiable.

11 de julio de 2007

Gabriel Cisneros y Jaime Mayor, Premio Convivencia 2007





El Foro Ermua concede ex aequo el VII Premio a la Convivencia 2007 a Gabriel Cisneros y a Jaime Mayor Oreja





El Jurado, compuesto entre otros por el historiador Fernando García de Cortázar y los escritores Mario Vargas Llosa, Iñaki Ezkerra y Jon Juaristi ha otorgado el VII Premio a la Convivencia, que se entrega todos los años en Vitoria en memoria del periodista y miembro fundador del Foro Ermua, asesinado por ETA José Luis López de Lacalle a Gabriel Cisneros, uno de los padres de la Constitución y al ex-Ministro del Interior Jaime Mayor Oreja.



10 de julio de 2007

UNA TARDE EN ERMUA.










Hoy hemos estado en Ermua conmemorando el décimo aniversario del secuestro y asesinato del concejal del Partido Popular en esta localidad, Miguel Ángel Blanco, junto con sus familiares, víctimas del terrorismo, ermuarras, y gentes venidas de toda España.

Miguel Ángel Blanco no es una víctima más, su asesinato sirvió para que toda España reaccionara contra la locura de unos centenares de terroristas, sirvió para los que se callaban gritaran, para que los ertzainas que se tapaban la cara se la descubrieran, y para quienes los defendían o para quienes veían en ellos cierta simpatía quedaran arrinconados.

Pero sobre todo nos sirvió a los más jóvenes para estar en política con principios, muchos de quienes formamos parte de las Nuevas Generaciones del PP tenemos en Miguel Ángel a una referencia que nos acompañará a lo largo de toda nuestra trayectoria, sea la que sea.

Él era un político que fue asesinado por defender la libertad en un pueblo del País Vasco, él no vivía de la política, tenía un cargo menor, pero por él y por lo que esto representaba dio la vida. Por tanto, es para nosotros una referencia, gracias a la cual no nos van a hacer callar nunca, si no lo hizo él aún arriesgándose a perder la vida, ¿nos vamos a callar nosotros, en otras circunstancias mucho más favorables, por quedar bien ante ciertos sectores hipócritas de la sociedad española?

Es evidente que no, y quien quiera entender el valor de muchos jóvenes del PP tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco debe de tener esto en cuenta.

A esto se une la decepción de ver como todo un Partido Socialista Obrero ESPAÑOL no ha sido capaz de acudir a un simple marcha de homenaje a un asesinado por ETA, sencillamente increíble y humillante. ¿Por qué no han estado? ¿Qué clase de miedo tenían? y lo más importante, ¿Qué ha hecho el PSOE para huir de un homenaje a una víctima de ETA, como lo hace otra clase de ``gente´´?

Rajoy debe acudir a Ermua

El de los políticos es un mundo aparte. Encerrados en más o menos suntuosos despachos, rodeados de consejeros aúlicos de "a tanto el consejo", perpetuamente encorvados delante de las penúltimas encuestas desarrollan una sorprendente habilidad para no identificar al elefante que ramonea en el centro de la habitación.


Hoy mientras en Ermua se recuerda y llora a Miguel Angel Blanco, concejal del PP asesinado por ETA Rajoy tiene previsto quedarse en Madrid, por lo visto para reunirse con la Asociación para el Progreso de la Dirección. La más rápida de las lecturas de su Junta Directiva, integrada por lo más fetén de la empresa española, desde Garrigues a Irala, pasando por Alfredo Sáenz y Miguel Blesa, basta para cerciorarse de que "la Dirección" seguirá progresando adecuadamente aún cuando debiera posponerse la reunión de hoy con Rajoy.

No así la carrera política de Mariano Rajoy. De faltar hoy a Ermua, por mezquino cálculo político malbarataría todo el crédito conseguido en estos años de dura oposición al zapaterismo que nos asola.

Dicho en pocas palabras, si Rajoy no está hoy en Ermua puede irse olvidando de ganar las próximas elecciones.

Que le vote Garrigues.