DE LA MANIFESTACIÓN, EL DEDO Y LA LUNA
En Madrid no se habla de otra cosa, que diría el Anson de las canelas finas. El sábado pasado aquí, en los madriles, tuvo lugar la nueva manifestación –y ya van…- contra las jugarretas de Zapatero y sus compinches. Nada nuevo bajo el sol en cuanto a la forma de la misma: cabeceras varias con lemas solemnes que nadie recuerda, pancartas, carteles manuales donde exhibir el ingenio más o menos ingenioso del personal, coros y cantos y risas y enfados, banderas, políticos y, en fin, un maremágnum de colores, colorines y coloretes encerrados en dos: el amarillo y el rojo de la enseña patria. Podría, pero no quiero, entrar a valorar si los que allí se llegaron sumaron los doscientos millones que nos dicen los unos o los cuatro gatos que nos aseguran los otros. Tengo para mí que ni el rugido era tal ni sonaba el eco después de cada consigna, pero como calzo gafas y ese día no las llevaba me callo y allá cada quien.
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